Sobre
la colonización española en la región de la actual Guinea Ecuatorial se ha
hablado en los medios de comunicación poco y mal. Las críticas al régimen de
Obiang son indirectamente proporcionales a las alusiones a ese periodo de
nuestra historia reciente en que el país africano fue fuente de materias primas
y mano de obra gratuita para el Estado español. Silencio que en el mejor de los
casos se rompe para lanzar al aire imágenes sobre lo bien que vivían las
familias españolas colonas, como en el documental “Guinea, el sueño colonial”, o lo mucho que
España ayudó al país, como en “Aventuras televisivas en Guinea”,
otro documental emitido el pasado enero que, como el antes mencionado, fue
producido por Televisión Española (TVE). En él se aborda la
descolonización de Guinea tomando como hilo conductor la actividad del equipo
de TVE establecido en el país poco antes de que la entonces colonia
española se independizara. A continuación analizaremos un aspecto clave que se
omite en su narración: el racismo institucional del discurso colonial
franquista.
El realizador de los documentales de la
televisión franquista sobre la colonia guineana afirmó que escenas como esta
eran "lo habitual"
inforelacionada
Sobre la colonización española en la
región de la actual Guinea Ecuatorial se ha hablado en los medios de comunicación
poco y mal. Las críticas al régimen de Obiang son indirectamente proporcionales
a las alusiones a ese periodo de nuestra historia reciente en que el país
africano fue fuente de materias primas y mano de obra gratuita para el Estado
español. Silencio que en el mejor de los casos se rompe para lanzar al aire
imágenes sobre lo bien que vivían las familias españolas colonas, como en el
documental “Guinea, el sueño colonial”,
o lo mucho que España ayudó al país, como en “Aventuras televisivas en Guinea”,
otro documental emitido el pasado enero que, como el antes mencionado, fue
producido por Televisión Española (TVE). En él se aborda la
descolonización de Guinea tomando como hilo conductor la actividad del equipo
de TVE establecido en el país poco antes de que la entonces colonia
española se independizara. A continuación analizaremos un aspecto clave que se
omite en su narración: el racismo institucional del discurso colonial
franquista.
Todo colonialismo es
racista
El discurso colonial franquista
presentaba con su retórica católica una idílica convivencia entre colonizadores
y colonizados y negaba que España fuera racista. La naturalización de la
inferioridad de la población negra caló hondo. Sobre todo en los colonos que,
lejos de “trabajar hombro a hombro”, como dice el documental, actualmente se
defienden diciendo que “era lo habitual” que los negros descargaran a
los blancos a hombros de las barcas para que no se mojaran los pies, tal y
como explicó en una entrevista en 2006 Manuel Hernández Sanjuán, realizador de
una serie de documentales coloniales sobre Guinea patrocinados por la
Presidencia de Gobierno franquista.
El
color de la piel era el indicador último de la posición social y política en en
la Guinea colonial
La igualdad entre blancos y negros no
existía. El color de la piel era el indicador último de la posición social y
política. Un blanco siempre estaba por encima de cualquier negro, incluso de los
llamados “emancipados”, grupo constituido por la élite negra adinerada
que respondía a la categorización de un decreto de 1944 que dividía a la
población guineana en “emancipados" (‘plenos’ o ‘limitados’)” y “no
emancipados”.
En el documental, Alfredo Malo, cámara
del equipo de TVE Guinea, llama a los guineanos “morenos”, eufemismo destinado
a ocultar en la forma lo que durante siglos había significado, para los
blancos, igual a “esclavo”. De hecho, España adquirió la región en el
S.XVIII para participar en el comercio negrero. “Moreno” tiene en su
práctica colonial la misma concepción que se tiene de “negro”, pero adornado
con la retórica nacional-catolicista con la que Franco pretendía huir de la
etiqueta de racista. Los ‘morenos’ eran inferiores, sólo aptos para el trabajo
manual y el servilismo. Había que ser paternalista con ellos, negarles derechos
que no eran capaces de ostentar; tenían que ser tratados como niños y niñas que
había que educar. Para ello, el llamado “Patronato de Indígenas”, vigente hasta
el final de la colonización, se creó como órgano de tutelaje de la población
guineana.
El racismo institucional tuvo una clara
materialización social: las autoridades españolas establecieron una
política de segregación racial sistemática mediante la que, según
cuenta Gustau Nerín en Guinea Ecuatorial: Historia en blanco y negro,
se separaba a blancos y negros en los cines, en los barrios, a la hora de
comprar el pan, en los hospitales, en la Iglesia, etc. El trabajo del negro
siempre consistía en servir al blanco, hasta el punto de que, según recuerda
Hernández Sanjuán, “las autoridades casi no dejaban a los morenos venir a
España”, para que no vieran que había blancos que hacían los trabajos que en
Guinea se reservaban exclusivamente a la población negra.
El ‘progreso’ como
justificación
El racismo paternalista queda patente en la
absurda casuística que se presenta entre TVE-Guinea y la independencia del país al
decir que cuando la población guineana tuvo televisión, “ya estaban preparados
para la independencia”. Apenas se observa diferencia con la noticia que dio el
No-Do franquista en 1968 del mismo acontecimiento, según la cual la televisión
suponía “para la futura nueva nación, un signo evidente de progreso”. En la
línea, la narradora del documental sigue: “¿Qué país de África tiene el
privilegio de ver por televisión su independencia?”.
Aimé Césaire, clave en su Discurso
sobre el colonialismo, le respondería que, para defender la colonización
“hablan de progreso (…). Yo, yo hablo de sociedades vaciadas de ellas mismas,
de culturas pisoteadas, de instituciones minadas, de tierras confiscadas, de
religiones asesinadas, de magnificencias artísticas aniquiladas (…). Yo hablo
de millones de hombres a quienes sabiamente se les ha inculcado el miedo, el
complejo de inferioridad, el temblor, el ponerse de rodillas, la desesperación,
el servilismo”.
Sobre la repatriación del equipo de TVE
cuando el país se independizó, Malo comenta que “mirando las cámaras,
dijimos: ‘(…) esto dentro de cuatro días, cómo va a estar’”. El disgusto
por considerar necesario el tutelaje colono para llevar el país y el
consiguiente lamento por el futuro de las instalaciones españolas, son
sentimientos expresados repetidamente por los ex colonos. Dice Hernández
Sanjuán: “Cuando llegamos eran analfabetos, no había ni escuelas, ni
hospitales. Todo lo montó España y, además, les dimos nuestro idioma. Se les
ayudó mucho y, si no hubiera sido por España, no hubieran llegado a tener esa
cultura mínima necesaria para independizarse”.
La visión tópica y peyorativa de la
población negra, presentada como de escasa inteligencia, lleva a considerar que
ésta es incapaz de crear civilización por sí misma. Es decir: necesita que la
esclavicen, la aculturen, la inferioricen, la violenten y, también, que le
pongan una tele.
Condenar el
colonialismo
La sobrevaloración de los aportes de los
españoles como elemento fundamental para la conformación de la cultura guineana
es una visión etnocéntrica y racista basada, precisamente, en la consideración
de que la realidad socio-cultural diferente y, en concreto, la de la población
negra africana, es inferior. Durante el Franquismo, esta visión se
forjó con ayuda no sólo de los documentales coloniales, sino también de esa
institución creada en 1945 para justificar la misión civilizadora en Guinea por
medio de estudios antropológicos racistas: el Instituto de Estudios Africanos,
que dio a luz tratados
sobre la inferioridad mental de la población negra.
El documental tratado es una
muestra más de que la colonización española no se ha condenado todavía. La
mirada y el discurso hacia el otro negro tienen un poso post-franquista que
continúa a sus anchas sin que se le señale como intruso.
NOTA DE REDACCIÓN:
CONDENAR EL RACISMO INSTITUCIONAL:
Las políticas coloniales españolas en Guinea Ecuatorial, una forma de sustraer las materias primas y el trabajo de las personas, y sometiendo a la sociedade a transformaciones en sus culturas, sus ideas, sus creencias, sus formas sociales, para imponer el nacional catolicismo de la metrópolis, con los argumentos del progreso en la tierra y la salvación en el cielo, inculcados desde las escuelas, las iglesias.... aunque este supuesto progreso no se tradujo; por poner un ejemplo, en creación de universidades, de las que no había ni una sola en el momento de la descolonización. Y hasta nuestros días.
El robo y el abuso se justificaba con el racismo; la inferioridad mental y academica... Se crean intencionadamente imágenes de los autóctonos para conseguir argumentos que avalen sus políticas.