sábado, 26 de enero de 2013



HACE FALTA EL RESPETO MUTUO ENTRE LA OPOSICIÓN
  


"Para acabar con la dictadura de Obiang y prevenir la apertura de otra, efectivamente deben unirse las fuerzas políticas y sociales del país"


Una de las características de la democracia es la divergencia de opiniones, y no solo entre individuos, sino también entre grupos o partidos políticos. Y es que una misma realidad puede ser vista de diferentes maneras, lo mismo que las soluciones que haya que dar a cada problema concreto. Por eso es obligado aceptar e, incluso, proteger el derecho a discrepar. Este derecho lleva emparejado el deber de respetar las opiniones ajenas, tanto de individuos como de grupos o partidos. En este foro se cumple estrictamente el derecho a la discrepancia, pero no se respeta lo que es una decisión soberana de un partido político que, como CPDS, puede cometer tantos errores como aciertos. Cuando criticamos, por tanto, aceptamos y hacemos uso del derecho a discrepar, llama la atención que, en reciprocidad, no queramos respetar el derecho de otros a discrepar o a hacerlo de una manera distinta a como lo haríamos nosotros.

Acepto que CPDS esté equivocándose, y reconozco muchas de las cosas que, por ejemplo, dice Juan Tomás en su último y extenso escrito (lamento no poder disponer de tiempo y buena conexión a internet para leer con detenimiento todo lo que se publica). Pero hay que tener en cuenta que una cosa es ver un problema, y otra distinta es dar con la solución adecuada, como siempre sucede en cuestiones que se relacionan con el comportamiento humano. Una de las virtudes difíciles de practicar en la política, pero necesaria, es la honestidad, entendida aquí como la cualidad de hacer o actuar según lo que decimos. Efectivamente, CPDS y, en general, toda la oposición guineana, adolece de la escasa implicación de los jóvenes en la lucha, lo que hace casi imposible el cambio generacional dentro de la oposición. El problema no es solo de CPDS, sino que afecta a todos los partidos y responde a la situación real del país. Desde 1992, CPDS se caracterizó, entre otras cosas, por un mensaje de cambio sociopolítico con dedicación especial a la juventud. De hecho, ha trabajado y sigue trabajando en apoyar acciones que ayuden a la formación de jóvenes, llegando a negociar con gobiernos extranjeros la concesión de becas a estudiantes guineanos, para esquivar la discriminación política, regional y étnica practicada en el país al respecto. Es curioso observar cómo un joven militante del partido, una vez formado en el extranjero, cuando regresa a Guinea es incapaz de volver a subir a nuestra oficina, por temor a no conseguir un empleo. Es solo un ejemplo de lo que pasa y que Juan Tomás Ávila Laurel conoce perfectamente. Aplicando la honestidad política a que acabo de aludir, quiero hacer constar que no deja de sorprender que, en más de 20 años de lucha democratizadora, Juan Tomás, siendo más joven que muchos dirigentes de CPDS y, habiéndose dado cuenta de este hándicap generacional, no se haya afiliado a ningún partido de la oposición, para dar, con ello, ejemplo a otros jóvenes como él y haciendo posible el anhelado relevo generacional. Los problemas de los partidos se resuelven mejor luchando dentro de sus filas que criticando desde fuera. 

Siempre fui de la opinión de que la dictadura guineana no podrá caer sin la implicación directa y activa de la población. La ausencia del pueblo en nuestra lucha se ha debido, entre otras cosas, a factores históricos e institucionales, pero también a la obsesiva inclinación de los partidos opositores a conceder a la comunidad internacional un rol que esta no podía jugar por no ser suyo. Para acabar con la dictadura de Obiang y prevenir la aparición de otra, efectivamente deben unirse las fuerzas políticas y sociales del país. Esto requiere, siempre desde mi modesto punto de vista: a) reconocimiento mutuo como actores políticos soberanos (lo cual implica respeto por lo que es y hace el otro, b) un reconocimiento de la labor realizada tanto los opositores internos como los exiliados, y c) tener en cuenta que el escenario de nuestra política es Guinea Ecuatorial. 
Cuando a través de las redes sociales, o de cualquier otro medio, tratamos de hacer ver a la población las desnudeces e inutilidad de la oposición interna, los ciudadanos permanecerán pasivos esperando que vengan a salvarles los actores políticos desde el extranjero. Lo que dice Juan Tomás sobre nuestra unidad de acción, no es ningún descubrimiento con el copyright incluido, sino una necesidad. Recientemente, se ha creado la Plataforma Ceiba (nuestro articulista no se refiere a ella de forma expresa, pero está en el fondo de su reflexión), aplaudida por CPDS, que ha prometido unirse a ella cuando llegue a Guinea. Sin embargo, ¿qué unidad de acción esperamos de unos grupos políticos que en las redes sociales se ocupan más de tirarse los trastos a la cabeza, unos a otros, que de discutir sobre las vías de lucha más adecuadas? ¿Es que un partido que, según sus detractores, se ha degradado tanto en su acción política, como CPDS, sería un compañero de lucha fiable? ¿No hay contradicción en eso?

En cuanto a lo de atribuirse el ser “la verdadera oposición”, comparando a CPDS y los que forman los gobiernos con Obiang desde siempre, es una comparación que está fuera de lugar, casi odiosa. 
En lo que se refiere al escaño, solo decir que me harté de responder a ello. Quienes aún conservan energías y pueden dedicar horas de producción literaria sobre ese escaño, son libres de hacerlo. El trabajo que realiza CPDS no tiene precio, ni con un escaño ni con todos los que componen el parlamento, pues la única paga que esperamos obtener es la libertad de todos los guineanos. Y si participamos en las elecciones, como va a ocurrir en las próximas, lo hacemos para que no desaparezca la oposición que, dentro de Guinea, sigue diciendo NO al PDGE y su régimen. Sí: muchos ciudadanos, nuestros militantes en primer lugar, así lo ven y quieren que participemos, siempre desde el conocimiento de que las elecciones organizadas unilateralmente por Obiang, no van a democratizar el país, y esa democratización la tienen que protagonizar los propios ciudadanos: partidos, asociaciones, ciudadanos, etc., siempre con respeto mutuo, confianza y sinceridad.


                     Andres Esono Ondo
 Secretario de Comunicación y Relaciones Institucionales de CPDS.

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