lunes, 28 de enero de 2013


EL HERÉTICO ¿ES UN  MISMO JUEGO CAMBIADO DE JUGADORES?

 Un país no es solo un debate entre dirigentes de partidos políticos. Es algo en la que todos deben participar, y así deja de ser algo particular a ser un tema social, eso hace que la sociedad tome el mando de sus propios destinos.
   
La oportunidad de poder intercambiar las reflexiones y propuestas en las redes sciales, nos ha llevado a  una situación que empieza a ser insoportable para muchos pocos. No es fácil aguantar vivir excluido en una sociedad que te vio crecer, es más difícil aun si cabe, cuando lo que te pone en esta situación es cuestionado por alguien que no ha pasado por lo mismo que tú.


Pero no es nuevo en nuestros políticos,  verlos enfrentados, enzarzados en algo que no va al cuento, este  comportamiento llevó a Macías a la jefatura del Estado de una Guinea post-independiente… este actitud fue fundamental también en el fracaso de la POC (Plataforma de la Oposición Conjunta) El mayor de los fracasos que ha conocido este proceso, pues era un momento único y lo echamos a perder por cuestiones menos relevantes. No hemos aprendido la lección, quizá a la tercera será la vencida como dice el tópico. Lo cierto es que  el cruce de acusaciones (todas sin veracidad alguna, ni algo que lo pruebe) empieza a ser preocupante, no es preciso ser  inteligente para darse cuenta de que es una manipulación y demagogia.

Es sano ver un debate fundamentado en ideas, en el que cada dirigente pone sobre la mesa las alternativas a los problemas y cómo entiende que se deberían resolver y, esbozando con todos los detalles para que sea además de creíble, razonables sus planteamientos. CRITICA, PERO TAMBIEN PROPUESTAS Y NO ESTARIA DE MÁS PEDIR QUE SE PREDIQUE CON EJEMPLOS…

 Puede darse un caso que, cuando piensas desgastar la honorabilidad de alguien con quien no tienes ningún tipo de relación, lo único que consigues es perder lo poco que tenias.

Es un poco difícil entender y por tanto poco aceptable ver un Partido político de la oposición, ya sea a través de sus dirigentes o de sus simpatizantes, impartir lecciones como si fuera una clase de interpretación  tratase. Es decir, el PSOE es el principal partido de la oposición en España en esos momentos, no creo que pueda perder el tiempo en dar lecciones de nada a IU (Izquierda Unida) por poner un ejemplo, ya que  el PSOE como partido le preocupa más obtener ese protagonismo y no estaría dispuesto a cederlo a otro partido, al menos, cuando  está de su mano.

No estoy hablando de buenos y malos políticos, estoy diciendo que, se nos da bien  la política, pese a estar cuarenta y cinco años bajo el yugo de unas tiranías sangrientas.

No comparto la opinión que circula en las redes sociales, de uno de los hombres del momento “los guineanos han demostrado que son incapacitados de resolver por sí solos sus propios problemas”. Como he dicho antes, no comparto esta afirmación y cualquier persona que se siente ser ecuatoguineano también debería rechazar contundentemente esta afirmación, ya que las decisiones personales, son eso, personales y solo eso, y en ningún momento deben ser atribuidas a otros aquellos que no las comparten. Esa afirmación si fuera una obra, se le habría acusado de plagio, ya que, la primera persona que la realizó  fue un Ministro de Asuntos  Exteriores y Cooperación del Reino de España El Sr. Miguel Ángel Moratinos (el socio de Obiang). No deja de sorprender que Juan Tomás Ávila Laurel comparta estas afirmaciones del Ex Ministro español, pese a que en su día tacharon estas palabras de racismo. Yo personalmente creo que son afirmaciones fuera de lugar y carentes de verosimilitud, los guineanos lucharon  contra la antigua metrópoli para obtener la autodeterminación de sus pueblos y lo conseguimos y, en ese momento, si no se está saliendo de esta situación no es por la incapacidad, sino porque hay tantos intereses de por medio y la dictadura ha sabido aprovechar los recursos del subsuelo para sobornar a propios y a extraños, y desde luego, si se decidiera buscar apoyos desde fuera ¿España seria la mejor opción ? EE.UU, Francia, España, Rusia, Corea del Norte, Marruecos, etc., etc. ¿No son los principales beneficiarios de los recursos naturales y por tanto más interesados en que tengamos una dictadura para así poder vender las armas a cambio de petróleo? Dicho  eso, creo que, un opositor al régimen que no cree en los guineanos/as llegado el momento no nos dejará decidir libremente por nuestro futuro.

Solo en la Iglesia Católica Apostólica y Romana se tachaban a las gentes como Herejes; a aquellas personas que defendían unas ideas que no estaban de acuerdo con los principios de la Iglesia.

Ese tiempo ya ha pasado, e incluso en la propia Iglesia Católica ya se admite ideas diferentes… a los intolerantes hay que decirles simplemente que, la democracia se vive, no se obtiene; la democracia es una forma de vida, la  forma de entender el mundo,,, es también un ejercicio constante hasta que llegue a ser una practica cotidiana. Hasta que vivamos la  democracia, es decir, el respeto mutuo, creer en la igualdad de todos y cada uno, ya sea ante la ley como socialmente y llegar a ser libres a nivel individual, solo en ese momento conseguiremos una solución colectiva.

Es difícil emprender una acción en pro  a la conciencia social,  ya que eso supondría una amenaza para el sistema establecido y por consiguiente emprendería, como ya hizo en anteriores ocasiones, acciones de represalias, pero si nos quedamos sentados delante de nuestros equipos híper modernos, esperando que los problemas se resuelvan por arte de magia, pecaríamos de ingenuos o en peor de los casos nos tildarían de conformistas. Y ya sabemos que la actitud conformista nos ha hecho mucho daño, aceptar el sistema tal y como es sin más, eso fortalece el poder y abre el camino a la manipulación, el poder recae en la comunicación y cuando un pueblo carece de medios para intercambiar los puntos de vista sobre temas sociales, y es más, cuando a nadie parece interesarle los problemas colectivos, pecan de conformismo: eso es lo que han estado haciendo hasta ayer los que hoy nos dan lecciones en las redes sociales de cómo hay que hacer las cosas porque, claro, ‘de repente se han dado cuenta de lo mal que van las cosas  en el país y por lo visto, se sienten mejores que nadie para darse con la solución’.

El poder omnímodo no solo se puede ejercer en la nomenclatura es una forma de entender la  vida y, una persona con ideas  perversas así, difícilmente si no ya imposible puede cambiar.

Las acciones colectivas, doctrina o sistema social y movimiento político cuyos ideales son la comunidad de bienes y servicios y que pretenden transferir al Estado la distribución de la riqueza,  una necesaria apuesta para cumplir los objetivos sociopolíticos: el colectivismo parte de principios morales y sentimientos de solidaridad entre personas en el trabajo, en la vida común, en la lucha política, en la cultura. Es contradictorio al individualismo y egoísmo. La tradición del colectivismo en mucho determina la acción de la persona en la sociedad, hacia otras personas y orientan la conducta social, contribuyendo a la formación de determinados valores humanistas; ayuda mutua, respeto mutuo, solidarismo. En algunos casos el reconocimiento de la prioridad de los intereses y más ampliamente sociales, puede servir al aplastamiento de la libertad de la persona, de sus intereses existenciales y de sus necesidades (el interés personalista). En principio, las tradiciones del colectivismo del funcionamiento verdadero de la convivencia humana, de la humanización de la vida personal y social. No hay humanismo sin colectivismo.

Todo ese tiempo qué han estado haciendo los guineanos/as, todos los que se daban cuenta de lo mal que iban las cosas; o buscaba salida al país, o simplemente se unía al poderoso club de los agraciados, los que salen del país tienen un patrón diseñado: fundar un partido político, crear una pagina web, escribir comunicados, poner entre dicho lo que habían echo los setenta y nueve partidos que ya existían antes y,  poco más. Nadie ha preguntado, si ochenta partidos políticos es lo que realmente nos falta, sin embargo, cada día aparece un nuevo partido y se presentan a sí mismos como “salva-pueblo”. El problema que tienen es que no suelen contar con la voluntad del pueblo, ya que todo proyecto para y por la libertad de un pueblo debe estar vinculado directamente al mismo, y solo de esta forma pueden elegir libremente a los dirigentes que les parecen mejores y si estos les fallan, cambiarlos por otros.

Un día tuve la oportunidad  de intercambiar las impresiones con un dirigente  de uno de esos partidos y le  hice algunas preguntas que no supo responderme, preguntas como: ¿Cuál era el procedimiento interno de su partido a la hora de elegir sus órganos de dirección? ¿Qué papel juega la militancia en la toma de decisiones? ¿Qué tipo de relación tenia su partido con el resto de partidos? ¿De que medios cuentan el partido, y cual es su  fuente de ingresos? Como diría Juan Nzo “no se puede hacer oposición a un régimen tan poderoso económicamente sin medios, pero si careces de medios, sobre vives y te mantienes perseverante, eres digno de elogias”. Muchos llevan décadas así… 

Las personas deben saber  hasta donde llegan sus posibilidades y de qué medios disponen. Hablar de libertad, es hablar de los valores supremos de la vida humana misma, y por tanto una lucha justa.

Hacer oposición a un sistema, es presentar alternativas al orden establecido.  Las tareas de oposición se llevan con elevadas dificultades en Guinea, las probabilidades son casi nulas, el ambiente es hostil y reina el conformismo…aunque hay quien dice que, las gentes ya no creen en los políticos, una afirmación muy recurrente por los “partidos coaligados” para manipular. Lo cierto es que, la nula presencia de la oposición en el escenario político hace que la sociedad pierda las pocas esperanzas, por eso es importante arriesgar la vida, como se suele decir “jugarse el pellejo” y dar la cara como lo hace el CPDS, pese a la efímera e insegura que puede suponer vivir en estas condiciones.

Hacer oposición a otro partido que se encuentra en las mismas condiciones de gobernabilidad, puede ser sano hasta cierto punto, pues si este no ha cometido ningún delito o alguna irregularidad y solo se trata de problemas cordiales   o de tácticas, esta postura puede ser contraproducente,  ya que se puede entender  como meras insidias para dar mala imagen y de paso hacerle un gran favor al sistema. ¿Centrarse más en lo que hacemos, dedicarle más tiempo no será más provechoso? Que pasar tiempo y tiempo mirando a ver si los demás fallan en algo y de paso “atacarles”, no es lo mejor que se puede hacer, pero se puede y es más, lo hacen muchos y lo malo de todo es que, los que lo hacen se olvidan de que nadie les exime de responsabilidad política y moral de la situación. Puesto que, no es menos criminal, el que ve la salida a una situación como la que nos ocupa y no mueve ningún dedo, a este se le puede considerar igual de maleante como los autores directos de la situación.
 
                                               FUENTE: PROPIA

 

domingo, 27 de enero de 2013

SOBRE UN HÉROE MALOGRADO



A la luz de los criterios aplicados hoy, algunos miembros del gobierno de entonces y algunos representantes belgas de la época tienen una parte irrefutable de responsabilidad en los acontecimientos que condujeron a la muerte de Patrice Lumumba. El gobierno estima por tanto que debe presentar a la familia de Patrice Lumumba y al pueblo congoleño su profundo y sincero pesar y sus excusas por el dolor que les ha sido infligido por tal apatía y fría neutralidad.



Patrice Lumumba (02/07/1925 - 17/01/1961)



Primer jefe de gobierno de la República Democrática del Congo (denominada Zaire desde 1971 hasta 1997)

Nació el 2 de julio de 1925 en Onalua, recibió sus primeras enseñanzas en una misión y trabajó como cartero.

Fue nombrado presidente del multiétnico Movimiento Nacional Congoleño (MNC), y al conseguir elCongo su independencia en 1960 se convirtió en el primer Jefe de Gobierno y Ministro de Defensa de laRepública Democrática del Congo entre junio y septiembre de 1960. Parte del Ejército se alzó en armas, las tropas belgas se retiraron y la provincia de Katanga declaró su independencia.

Lumumba apeló a las Naciones Unidas (ONU), que enviaron una fuerza de pacificación. Fue destituido por el presidente Joseph Kasavubu. Más adelante Lumumba fue encarcelado por el coronel Mobutu y asesinado el 17 de enero de 1961.

Ferviente nacionalista que en 1966 fue proclamado póstumamente héroe nacional y mártir. 



Patrice Lumumba, un revolucionario africano.


Patrice Émery Lumumba
Este gran dirigente revolucionario africano nació el 2 de julio de 1925 en Onalua, provincia de Kasai, antiguo Congo belga, actual República Democrática del Congo.
En la etapa colonial, Bélgica había creado en el Congo una red de puestos militares y campos de trabajos forzados. En ellos la brutalidad contra los africanos fue horripilante: en un lapso de 20 años, la población disminuyó de 25 a 15 millones de habitantes. Gracias a ello los imperialistas belgas se forraron los bolsillos con las enormes ganancias del caucho, madera y aceite de palma.


Durante la II Guerra Mundial, el Congo fue la principal fuente mundial de caucho y de minerales esenciales, como titanio y cobalto, para la máquinaria bélica imperialista. El uranio para las bombas atómicas que Estados Unidos soltó sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki provino de la mina Shinkolobwe del Congo.

Con el colonialismo emergió también un proletariado moderno, al lado de los millones de campesinos que formaban la mayoría de la población. En 1941, como consecuencia de la producción militar, había 500.000 trabajadores, la segunda concentración de proletarios del continente africano.
Los congoleños no podían estudiar en las escuelas y universidades. Antes de los años 50, solo 100 congoleños tenían educación universitaria. Los colonos aplicaban una estrategia de dividir para conquistar, fomentando enemistades entre los varios pueblos y regiones.
Siendo trabajador de Correos, Lumumba comienza a organizar un sindicato de trabajadores y es detenido y encarcelado por los colonialistas belgas en 1955. Tras su salida de la cárcel dos años más tarde, entra en relación con el movimiento independentista.
Este movimiento no había logrado forjar un partido comunista para dirigir la lucha anticolonial. Lumumba comenzó siendo un demócrata burgués que a causa del expolio colonial se fue convenciendo del comunismo como único modo de liberar a su país de la esclavitud imperialista.
En 1958 consigue agrupar a la mayoría de las fuerzas progresistas en un partido panafricanista semilegal: el Movimiento Nacional Congoleño, primer partido político de ámbito nacional, convirtiéndose rápidamente en el principal dirigente independentista del país.
El MNC se dedicó a superar las diferencias tribales y regionales y crear una organización independiente y unificada, frente a las ambiciones imperialistas de repartírselo en áreas de influencia y crear varios estados independientes.
En diciembre de aquel año, el dirigente panafricanista de Ghana, Kwame Nkrumah, celebró en Accra la Conferencia de los Pueblos de África y el movimiento de liberación congoleño estuvo representado por Lumumba. Al regresar a su país, habló ante una ingente multitud en Leopoldville (hoy Kinshasa) y, en un discurso explosivo, exigió la independencia del Congo. Acto seguido se produjeron disturbios en la ciudad. Lumumba escapó, pero fue detenido más tarde por la policía colonial y considerado responsable de los desórdenes. El gobierno colonial belga condenó a Lumumba y muchos de sus partidarios por sedición y los encerró a la cárcel. Pero Lumumba, gracias a la movilización popular, fue liberado en 1960.
Entonces viajó a Bélgica para negociar la declaración de independencia. La metrópoli convoca elecciones, que erróneamente el MNC quiso aprovechar para apoderarse del aparato colonial, las fuerzas armadas y la policía desde dentro y, una vez en el poder, acabar con la dominación belga paso a paso. El MNC esperaba que los recursos naturales enriquecieran al pueblo y que el Congo alcanzara igualdad con los demás países. Confiaba llevar a cabo una transición pacífica desde el poder colonial y no organizó unas fuerzas armadas propias para combatir a los ejércitos imperialistas. A comienzos de 1960 Lumumba dijo: En el pasado, se cometieron errores, pero ahora estamos listos a cooperar con las potencias que han estado aquí para crear un poderoso nuevo bloque. Si fracasamos, Occidente tendrá la culpa.
En la campaña electoral Lumumba se declara comunista y esta postura le vale el apoyó de las clases trabajadoras para obtener la victoria en las urnas en mayo de 1960. El 23 de junio se forma un gobierno de coalición con el traidor Joseph Kasavubu como Presidente y Lumumba como Primer Ministro, que proclamaría la independencia días después, el 1 de julio.
Era un equilibrio inestable entre los verdaderos independentistas, encabezados por Lumumba, partidarios de la unidad, y los neocolonialistas de Kasabuvu, dirigente de la ABAKO (Asociación del Bajo Congo). El plan de Kasabuvu no era mantener la unidad del país, por lo que junto con Moisés Tshombé (a quien Bélgica apoyaba), en la provincia de Katanga (hoy Shaba), pretendió convertir el nuevo Estado en una federación descentralizada en la que prevaleciesen los intereses locales. Pero Lumumba estaba resuelto a forjar un gobierno central fuerte.
El rey belga, Balduino I, fue a Leopoldville (hoy Kinshasa) a proclamar la independencia personalmente. Esperaba que sus colonos y sus secuaces locales le garantizaran un gobierno dócil a sus voraces intereses imperialistas. Pero Lumumba, el nuevo primer ministro, agarró el micrófono y le habló al pueblo congoleño sobre la terrible vida colonial y las nuevas esperanzas para el futuro y le dijo al monarca pelele: Ya no somos sus monos. El discurso escandalizó al nuevo gobierno de coalición y dejó horrorizado al rey. Lumumba dijo:
Durante los 80 años de gobierno colonial sufrimos tanto que todavía no podemos alejar las heridas de la memoria. Nos han obligado a trabajar como esclavos por salarios que ni siquiera nos permiten comer lo suficiente para ahuyentar el hambre, o vestirnos, o encontrar vivienda, o criar a nuestros hijos como los seres queridos que son. Hemos sufrido ironías, insultos y golpes día tras día sólo porque somos negros [...] Las leyes de un sistema judicial que solo reconoce la ley del más fuerte nos han arrebatado las tierras. No hay igualdad; las leyes son blandas con los blancos pero crueles con los negros. Los condenados por opiniones políticas o creencias religiosas han sufrido horriblemente; exilados en su propio país, la vida ha sido peor que la muerte. En las ciudades los blancos han tenido magníficas casas y los negros destartaladas casuchas; a los negros no nos han permitido entrar al cine, los restaurantes o las tiendas para europeos; hemos tenido que viajar en las bodegas de carga o a los pies de los blancos sentados en cabinas de lujo. ¿Quién podrá olvidar las masacres de tantos de nuestros hermanos, o las celdas en que han metido a los que no se someten a la opresión y explotación? Hermanos, así ha sido nuestra vida.
Pero nosotros, los que vamos a dirigir nuestro querido país como representantes elegidos, que hemos sufrido en cuerpo y alma la opresión colonial, declaramos en voz alta que todo esto ha terminado ya. Se ha proclamado la República del Congo y nuestro país está en manos de sus propios hijos.
Las palabras sobre el pasado dieron en el blanco, pero las palabras sobre el futuro se equivocaron: el país no estaba en manos de sus hijos, sino en las de sus amos colonialistas.
El Congo es un territorio enorme estratégicamente enclavado en el corazón de África y rico en recursos naturales que los imperialistas no querían dejar escapar de sus manos. A pesar de la declaración formal de independencia, los militares belgas todavía controlaban el ejército y la policía; los grandes monopolios todavía controlaban los recursos naturales y la burocracia del Estado. Manejaban los hilos de la política interna del Congo, a través de peones como el presidente Kasavubu y el general Mobutu, hombre de los servicios secretos belgas desde su época de estudiante, y luego agente de la CIA norteamericana.
Inmediatamente después de proclamar la independencia, los imperialistas iniciaron una campaña de desestabilización. La CIA, el servicio de inteligencia belga y otras potencias trabajaban día y noche para mantener en el poder a los congoleños leales al imperialismo. Bélgica retiró a sus especialistas, tratando de provocar la parálisis del país. Promovieron la sublevación de los policías katangueños, dirigidos por Moisés Tshombé, un agente de la compañía minera belga de Katanga (Shaba) que proclamó la secesión de aquella región donde se encuentran las principales reservas mineras. Además provocaron otros movimientos secesionistas, como el del reyezuelo Alberto Kalonji Ditunga, autoproclamado Alberto I de Kassai y promovido por las sociedades mineras belgas que explotaban la extracción de diamantes. Su objetivo era dividir al país y repatírselo. Lumumba y los suyos eran el obstáculo y había que acabar con ellos a toda costa.
Con la excusa de proteger a la población belga, Bélgica envía tropas a Katanga (Shaba), intentando sostener al gobierno secesionista de Tshombé por la fuerza de sus armas.
Ante esta situación, el gobierno de Kinshasa recurrió primero a las Naciones Unidas para expulsar a los belgas y ayudar a restaurar el orden. Las tropas belgas se negaron a evacuar el país, y continuaron apoyando la secesión de Katanga. La ONU envió tropas pero éstas no sólo se negaron a intervenir en apoyo del gobierno central sino que intensificaron la desestabilización del nuevo gobierno y, finalmente, propiciaron el acoso y derribo de Lumumba.
Entonces Lumumba solicitó ayuda a la Unión Soviética y en septiembre de 1960 empezaron a llegar al Congo asesores y agentes militares soviéticos. En agosto, reunió a los principales dirigentes africanos en Kinshasa, y les pidió que unieran sus fuerzas al gobierno del Congo.
Las potencias imperialistas reaccionaron presionando al Presidente Joseph Kasavubu para que acabara con Lumumba, cosa que hizo el 5 de septiembre de 1960, destituyéndole del gobierno ilegalmente y reemplazádolo por Joseph Ileo. Pero Lumumba se negó a abandonar el cargo de primer ministro y destituyó a su vez a Kasavubu.
Los amos no estaban satisfechos; Lumumba seguía vivo y era el dirigente reconocido por las masas trabajadoras y campesinas.
En agosto el presidente de Estados Unidos, Eisenhower, dio la orden de matar a Lumumba. Uno de los asesinos enviados para la tarea fue Frank Carlucci, que sería luego secretario de Defensa de Ronald Reagan.
Allen Dulles, que estaba al frente de la CIA, envió un telegrama a su delegado en el Congo sugiriéndole que reemplazara al gobierno congoleño tan pronto como le fuera posible. El jefe de la delegación en el Congo, Lawrence Davlin, recibió órdenes de mantener en secreto el asesinato.
Patricio Lumumba, en una carta a su esposa escrita en enero de 1961, una semana antes de su asesinato, le decía: Ninguna brutalidad, maltrato o tortura me ha doblegado, porque prefiero morir con la cabeza en alto, con la fe inquebrantable y una profunda confianza en el futuro de mi país, a vivir sometido y pisoteando principios sagrados. Un día la historia nos juzgará, pero no será la historia según Bruselas, París, Washington o la ONU sino la de los países emancipados del colonialismo y sus títeres.
El 14 de septiembre, nueve días después de la destitución de Lumumba, el coronel Joseph Mobutu Sese Seko, jefe del ejército, se hace con el control político en la capital, desata una ola de represión contra las organizaciones políticas y expulsa a los técnicos soviéticos. Auténtico hombre fuerte del gobierno congoleño, antes de dos meses Mobutu había devuelto el poder a Kasavubu y se autodesignó comandante en jefe de las fuerzas armadas. Pero Lumumba seguía vivo y, con él, la esperanza para el pueblo congoleño.
El 6 de octubre Bélgica se une a los planes asesinos de los estadounidenses y el ministro de Asuntos Africanos del gobierno, Aspremont Lynden, siguiendo órdenes del primer ministro, el democristiano Gaston Eyskens, ordena en un cablegrama a Katanga eliminar definitivamente a Lumumba.
El 10 de octubre, el ejército y las tropas de la ONU le detienen, pero Lumumba logra escapar el 17 de noviembre y huir en avión hacia su principal base de apoyo en Kisangani (entonces llamada Stanleyville) en donde contaba con mayores apoyos.
Comenzó el tributo de sangre que reclamaban los imperialistas. El secretario general de la ONU, Dag Hammarskjold, concertó una reunión con Tshombé que tendría lugar en la ciudad de Ndola, en Zambia. Cuando el avión de Hammarskjold se aproximaba al aeropuerto de Ndola perdió el control y se estrelló. El secretario general pereció en el accidente.
Lumumba fue detenido de nuevo el 2 de diciembre por el ejército. Siempre con las órdenes de no intervenir, las tropas de la ONU hicieron la vista gorda cuando lo torturaron brutalmente. Más tarde se supo que se mantuvo firme durante las largas sesiones de torturas y con la moral muy elevada. Lo llevaron primero a Kinshasa, a una prisión del ejército donde lo exhibieron ante los periodistas y diplomáticos. Durante el mes siguiente lo fueron pasando de un grupo títere a otro para que lo golpearan y torturaran.
Al final lo llevaron a Katanga. Allí, en un descampado en medio de la oscura sabana, iluminado por las luces de los coches de la policía, el oficial belga Julien Gat cogió del brazo a Lumumba y lo llevó hacia un enorme árbol. El dirigente africano apenas podía caminar a causa de las torturas. Un escuadrón de ejecución formado por cuatro hombres y provisto de fusiles FAL belgas y revólveres Vigneron esperan, mientras que 20 soldados, policías, oficiales belgas y ministros katangueses observaban en silencio. El capitán belga dio la orden de disparar y una lluvia de balas acribillaron a Lumumba y a dos de sus antiguos ministros, Maurice Mpolo y Joseph Okito.
Para encubrir la verdad, un equipo de policías belgas desenterró el cadáver y lo disolvió en el ácido sulfúrico que proporcionó una compañía minera. El comisario belga Gerard Soete, que trabajaba para el régimen pelele de Katanga, confesó que le ordenaron hacer desaparecer a los fusilados. Su trabajo no fue fácil, tuvimos que despedazarlos, reconoció el verdugo. Su cuerpo fue espantosamente descuartizado para evitar su reconocimiento. Los imperialistas no querían dejar ninguna huella del crimen.
Luego vino la campaña de intoxicación en la prensa. Inicialmente, los imperialistas estadounidenses y belgas anunciaron que lo habían asesinado campesinos airados; más tarde dijeron que lo ejecutaron sus enemigos congoleños. También contaron que, estando encarcelado en Katanga, a mediados de febrero, intentó huir siendo mortalmente herido.
Pero el parlamento belga, 40 años después, admitió su responsabilidad en el asesinato en una sesión celebrado en noviembre de 2001.
Cuando lo asesinaron, Lumumba tenía 35 años y apenas había permanecido tres meses como primer ministro. Su asesinato indignó a millones de personas de todo el mundo.
Moisés Tshombé tomó las riendas de un nuevo gobierno títere y se abrió un periodo de guerra civil de cinco años en la que los imperialistas y sus sucursales locales trataron de despedazar al Congo. En 1965 lo reemplazó Mobutu, quien gobernó y saqueó el país sin piedad durante décadas en beneficio de sus amos de la metrópoli. Los imperialistas han chupado las riquezas del Congo, y sus tramoyas y rivalidades dejaron al país, una vez más, arruinado y dividido por la guerra.
Hoy, cuando el reto de la revolución y la liberación nacional se le plantea a tantos pueblos y movimientos, la historia de Patricio Lumumba nos proporciona una clara lección sobre la crueldad del imperialismo y el neocolonialismo. Los soviéticos abrieron en Moscú una universidad en su memoria para que allí pudieran estudiar los pueblos del Tercer Mundo. Y es que Lumumba sigue siendo la antorcha ardiente de todos pueblos africanos.
La continuación de la lucha revolucionaria en el Congo
Las tropas de la ONU, los mercenarios imperialistas y el ejército local trabajaron en vano para tratar de liquidar la guerrilla para siempre. Tras el asesinato de Lumumba varias fuerzas revolucionarias se agruparon en Kinshasa bajo la dirección del Viceprimer Ministro Antonio Gizenga. Pierre Mulele (antiguo ministro de Educación de Lumumba) es enviado a El Cairo como embajador de la República Popular del Congo.
Pero los neocolonialistas consiguen entrar en la capital, detener a Gizenga y dispersar a las fuerzas de liberación. No quedaba más remedio que pasar a la clandestinidad, reagruparse e iniciar una guerra prolongada revolucionaria.
Pierre Mulele se trasladó a China en marzo de 1962 para estudiar la estrategia de la guerra popular prolongada, y en julio de 1963, volvió a su Kwilu natal para organizar la guerrilla en compañía de Teodoro Bengila y Félix Mukulubundu. Casi al mismo tiempo, Gaston Sumialot y Laurent Kabila se encargan de impulsar la guerrilla en el este del país.
El 3 de octubre de 1963 Christophe Gbenye, Etienne Mbaya y Benoît Lucouyard Lukunku crean en Kinshasa el Consejo Nacional de Liberación que impulsa una insurrección contra el imperialismo y sus agentes locales, con el objetivo de instaurar en el Congo un gobierno revolucionario, nacional y popular.
Mulele hace un llamamiento para crear un partido revolucionario que encabece la lucha y consigue reclutar un fuerte ejército guerrillero, los maï-maï. Entre abril de 1964 y junio de 1965, logró controlar todo el territorio de Kwilu-Kwango, en Bandundu.
Mientras, Laurent Kabila, que también acababa de recibir formación guerrillera en China, controlaba el territorio que se extiende desde Kalemie hasta Moba en el norte de Katanga, y la zona situada entre Uvira y Fizi, en Kivu.
Ambos lograron implantar un gobierno revolucionario el 4 de agosto de 1964 en Kisangani que controlaba las tres cuartas partes del país.
Instauraron la República Popular del Congo, pero el 24 de noviembre de 1964, con el apoyo de tropas paracaidistas belgas, el gobierno pelele de Mobutu, aplasta en la operación Dragon Rouge al recién nacido gobierno revolucionario de Kisangani y las aldeas que prestaban apoyo a la guerrilla son arrasadas y miles de personas son brutalmente torturadas y asesinadas por la soldadesca de Mobutu.
A partir de entonces, Mulele comienza una guerra de guerrillas, y en la conferencia celebrada por el CNL, el 7 de abril de 1965 en El Cairo con la participación de los representantes de los países africanos progresistas, se creó el Consejo Supremo de la Revolución (integrado por 15 miembros y 3 zonas militares) cuya presidencia fue confiada a Gaston Sumialot y las dos vicepresidencias a Pierre Mulele y Laurent Kabila, mientras que Abdoulaye Yerodia Ndombasi fue elegido como presidente ejecutivo, encargado de la orientación revolucionaria del movimiento.
Mulele se traslada a Brazzaville (capital del Congo francés) para buscar apoyos exteriores a la guerrilla pero es traicionado y entregado a Kinshasa, junto con Teodoro Bengila, el 2 de octubre de 1968.
En un campamento militar mubutista le van descuartizando en vida: le extirpan los genitales, le amputan las extremidades, le arrancan la nariz, le sacan los ojos y, finalmente, arrojan sus restos, metidos en un saco, a las aguas del rio Congo. Diez años más tarde, en 1978, la madre de Mulele fue también ahorcada por soldados de Mobutu.
Por su parte, desde Tanzania, Kabila intentó organizar la contraofensiva, creando un embrión de guerrilla en el triángulo Uvira-Fizi-Baraka, donde recibió la visita del Che Guevara el 24 de abril de 1965, acompañado de 120 cubanos y 200 tutsis ruandeses que atacaron, a la demanda de Kabila, la central de Bendera. Este ataque fracasó y el 21 de noviembre del mismo año, el Che tuvo que marcharse a Kigoma, en Tanzania.
El 24 de diciembre de 1967, Kabila creó el Partido de la Revolución del Pueblo, relanzando la lucha a través del Lago Tanganika. En 1974 su frente de guerra ganó notoriedad internacional con la captura de varios estadounidenses, a los cuales canjeó por 30 militantes del Partido Revolucionario Popular que Mobutu retenía en las cárceles. Pero la persecución de Mobutu obligó a Kabila a salir del país en 1977, exilio que duró casi 20 años por varias naciones vecinas, principalmente Tanzania, desde el cual desató ofensivas importantes que culminaron con los ataques de Moba, en 1984 y 1985.
La guerrilla estuvo prácticamente paralizada durante diez años, hasta que en octubre de 1996, consiguió reunir a las fuerzas anticolonialistas en una Alianza Democrática para la Liberación del Congo, y logró el apoyo de Ruanda, Uganda y de los tutsis ruandeses asentados en el entonces Zaire y conocidos como banyamulengues.
Tras una rápida ofensiva que puso a sus tropas en solo ocho meses a las puertas de Kinshasa, Kabila logró un éxito efímero el 29 de mayo de 1997. Apenas 15 meses después, en agosto de 1998, los banyamulengues aliados con Ruanda, Uganda y los imperialistas, se volvieron contra Kabila en el este del país, lo que acabó convirtiéndose en una guerra regional al intervenir Angola, Zimbabwe y Namibia en favor del gobierno de Kabila, al que asesinaron a traición el 16 de enero de 2001.

                                 FUENTE: FRENTE NEGRO.




sábado, 26 de enero de 2013



HACE FALTA EL RESPETO MUTUO ENTRE LA OPOSICIÓN
  


"Para acabar con la dictadura de Obiang y prevenir la apertura de otra, efectivamente deben unirse las fuerzas políticas y sociales del país"


Una de las características de la democracia es la divergencia de opiniones, y no solo entre individuos, sino también entre grupos o partidos políticos. Y es que una misma realidad puede ser vista de diferentes maneras, lo mismo que las soluciones que haya que dar a cada problema concreto. Por eso es obligado aceptar e, incluso, proteger el derecho a discrepar. Este derecho lleva emparejado el deber de respetar las opiniones ajenas, tanto de individuos como de grupos o partidos. En este foro se cumple estrictamente el derecho a la discrepancia, pero no se respeta lo que es una decisión soberana de un partido político que, como CPDS, puede cometer tantos errores como aciertos. Cuando criticamos, por tanto, aceptamos y hacemos uso del derecho a discrepar, llama la atención que, en reciprocidad, no queramos respetar el derecho de otros a discrepar o a hacerlo de una manera distinta a como lo haríamos nosotros.

Acepto que CPDS esté equivocándose, y reconozco muchas de las cosas que, por ejemplo, dice Juan Tomás en su último y extenso escrito (lamento no poder disponer de tiempo y buena conexión a internet para leer con detenimiento todo lo que se publica). Pero hay que tener en cuenta que una cosa es ver un problema, y otra distinta es dar con la solución adecuada, como siempre sucede en cuestiones que se relacionan con el comportamiento humano. Una de las virtudes difíciles de practicar en la política, pero necesaria, es la honestidad, entendida aquí como la cualidad de hacer o actuar según lo que decimos. Efectivamente, CPDS y, en general, toda la oposición guineana, adolece de la escasa implicación de los jóvenes en la lucha, lo que hace casi imposible el cambio generacional dentro de la oposición. El problema no es solo de CPDS, sino que afecta a todos los partidos y responde a la situación real del país. Desde 1992, CPDS se caracterizó, entre otras cosas, por un mensaje de cambio sociopolítico con dedicación especial a la juventud. De hecho, ha trabajado y sigue trabajando en apoyar acciones que ayuden a la formación de jóvenes, llegando a negociar con gobiernos extranjeros la concesión de becas a estudiantes guineanos, para esquivar la discriminación política, regional y étnica practicada en el país al respecto. Es curioso observar cómo un joven militante del partido, una vez formado en el extranjero, cuando regresa a Guinea es incapaz de volver a subir a nuestra oficina, por temor a no conseguir un empleo. Es solo un ejemplo de lo que pasa y que Juan Tomás Ávila Laurel conoce perfectamente. Aplicando la honestidad política a que acabo de aludir, quiero hacer constar que no deja de sorprender que, en más de 20 años de lucha democratizadora, Juan Tomás, siendo más joven que muchos dirigentes de CPDS y, habiéndose dado cuenta de este hándicap generacional, no se haya afiliado a ningún partido de la oposición, para dar, con ello, ejemplo a otros jóvenes como él y haciendo posible el anhelado relevo generacional. Los problemas de los partidos se resuelven mejor luchando dentro de sus filas que criticando desde fuera. 

Siempre fui de la opinión de que la dictadura guineana no podrá caer sin la implicación directa y activa de la población. La ausencia del pueblo en nuestra lucha se ha debido, entre otras cosas, a factores históricos e institucionales, pero también a la obsesiva inclinación de los partidos opositores a conceder a la comunidad internacional un rol que esta no podía jugar por no ser suyo. Para acabar con la dictadura de Obiang y prevenir la aparición de otra, efectivamente deben unirse las fuerzas políticas y sociales del país. Esto requiere, siempre desde mi modesto punto de vista: a) reconocimiento mutuo como actores políticos soberanos (lo cual implica respeto por lo que es y hace el otro, b) un reconocimiento de la labor realizada tanto los opositores internos como los exiliados, y c) tener en cuenta que el escenario de nuestra política es Guinea Ecuatorial. 
Cuando a través de las redes sociales, o de cualquier otro medio, tratamos de hacer ver a la población las desnudeces e inutilidad de la oposición interna, los ciudadanos permanecerán pasivos esperando que vengan a salvarles los actores políticos desde el extranjero. Lo que dice Juan Tomás sobre nuestra unidad de acción, no es ningún descubrimiento con el copyright incluido, sino una necesidad. Recientemente, se ha creado la Plataforma Ceiba (nuestro articulista no se refiere a ella de forma expresa, pero está en el fondo de su reflexión), aplaudida por CPDS, que ha prometido unirse a ella cuando llegue a Guinea. Sin embargo, ¿qué unidad de acción esperamos de unos grupos políticos que en las redes sociales se ocupan más de tirarse los trastos a la cabeza, unos a otros, que de discutir sobre las vías de lucha más adecuadas? ¿Es que un partido que, según sus detractores, se ha degradado tanto en su acción política, como CPDS, sería un compañero de lucha fiable? ¿No hay contradicción en eso?

En cuanto a lo de atribuirse el ser “la verdadera oposición”, comparando a CPDS y los que forman los gobiernos con Obiang desde siempre, es una comparación que está fuera de lugar, casi odiosa. 
En lo que se refiere al escaño, solo decir que me harté de responder a ello. Quienes aún conservan energías y pueden dedicar horas de producción literaria sobre ese escaño, son libres de hacerlo. El trabajo que realiza CPDS no tiene precio, ni con un escaño ni con todos los que componen el parlamento, pues la única paga que esperamos obtener es la libertad de todos los guineanos. Y si participamos en las elecciones, como va a ocurrir en las próximas, lo hacemos para que no desaparezca la oposición que, dentro de Guinea, sigue diciendo NO al PDGE y su régimen. Sí: muchos ciudadanos, nuestros militantes en primer lugar, así lo ven y quieren que participemos, siempre desde el conocimiento de que las elecciones organizadas unilateralmente por Obiang, no van a democratizar el país, y esa democratización la tienen que protagonizar los propios ciudadanos: partidos, asociaciones, ciudadanos, etc., siempre con respeto mutuo, confianza y sinceridad.


                     Andres Esono Ondo
 Secretario de Comunicación y Relaciones Institucionales de CPDS.

martes, 22 de enero de 2013

GUINEA ECUATORIAL >

Plácido Micó: “La situación puede derrumbarse de un momento a otro”

 
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JUAN CARLOS ACOSTA | Santa Cruz de Tenerife
Plácido Micó oposicion Guinea Ecuatorial
Plácido Micó es el único diputado opositor en el Parlamento de Guinea Ecuatorial. | DA
Guinea Ecuatorial es la única antigua colonia española por debajo del Sahel, en lo que muchos llaman el África Negra. Sin embargo, España la trató como provincia, a pesar de estar situada a unos 4.250 kilómetros de Madrid, hasta su apresurada independencia en octubre de 1968, sellada con la foto oficial de un jovencísimo Manuel Fraga Iribarne que entrega el bastón de mando a Francisco Macías Nguema, ejecutado once años después por su sobrino y actual presidente,Teodoro Obiang Nguema, que rige el país desde hace 33 años con mano de hierro.
Lo cierto es que hoy en día la mayoría de los ecuatoguineanos, algo más de un millón de habitantes, viven con menos de un euro al día mientras pisan el país más rico de todo el continente, debido sobre todo a su industria petrolera, con una extracción estimada de unos 300.000 barriles diarios. Ello, junto a la explotación de maderas nobles y la agricultura, con producciones de cacao, algodón, café, caña de azúcar y frutas tropicales, entre otros cultivos, sitúan a ese país como una de las economías emergentes del siglo XXI.
Así y todo, España se mantiene al margen de los acontecimientos en la única nación africana que habla el castellano, a excepción del Sahara, como si la historia no fuera con ella, mientras que por el despacho de Obiang pasan las diplomacias de muchas democracias europeas y del resto del mundo, como las de Francia, Italia, Reino Unido o los Estados Unidos, entre otras, sin olvidar a la imparable China o a los tigres asiáticos, sedientos de recursos naturales para mantener sus crecimientos formidables.
El régimen de Malabo, embridado por lo que se ha dado en llamar el clan Nguema y camuflado bajo un vodevil occidentalizado pero dictatorial, permite, sin embargo, la coexistencia de un partido de oposición en su sempiterno parlamento de voz única. Se trata de la denominadaConvergencia para la Democracia Social (CPDS), cuyo único representante es el químico y doctor en Derecho Plácido Micó (1963), a quien llamamos a la ciudad de Mbini, ubicada en la parte continental del país, a 40 kilómetros de Bata.
-Ante un régimen tan cerrado como el del presidente Obiang, ¿qué papel puede jugar el único partido opositor?
“El papel que puede jugar un partido como el nuestro es precisamente ese, el de ser cursor de las reivindicaciones democráticas en nombre y representación de la gran mayoría de la población. También hacemos un trabajo importante en la denuncia constante y sistemática de las violaciones de los derechos humanos y de las libertades públicas que protagonizan las autoridades de Guinea Ecuatorial. Intentamos no solo llamar la atención de la comunidad internacional sobre la dramática situación de nuestro país, sino también sensibilizar a la misma población dentro de nuestras limitadas posibilidades, en el sentido de que ellos tienen que ser los artífices de ese cambio democrático que exigen y que necesitan, de tal forma que esperamos que día a día vayamos sumando más gente y, en un momento que esperamos no muy lejano, podamos reunir la masa crítica necesaria para que la presión interna, sumada a la internacional, nos permita salir de la actual situación de opresión y dictadura”.
-¿Es posible ejercer algún contrapeso al personalismo del clan Nguema?
“No, contrapeso, no. El régimen del presidente Obiang es un sistema con tendencias claramente totalitarias, es decir que la política del clan Nguema, como usted lo llama, es de hecho la imposición de vuelta al sistema de partido único, de tal forma que, aunque haya una sola voz disidente, aunque aparentemente haya un solo grupo minoritario, como es el CPDS, su papel en contra resulta enorme e importante porque se les hace mucho daño, ya que lo que quieren es conseguir decisiones unánimes sencillamente para acallar cualquier opinión disidente en el país. Lo que puede decir en este caso un solo diputado y un solo partido político es lo que conecta con el 90% de los ciudadanos, a quienes ellos mantienen silenciados”.
-Las acusaciones de nepotismo y corrupción le llueven por todos lados a Obiang y a su familia en la mayor parte del mundo, menos en la propia África y en países tan poderosos como Sudáfrica. ¿A qué cree usted que se debe esto?
“Yo no tengo todas las explicaciones, pero sí que, desde que se independizaron los países africanos, entre los distintos gobiernos existe una especie de solidaridad y complicidad que nos choca mucho porque entre ellos los hay muy democráticos, incluso gobernados por partidos que son miembros de la Internacional Socialista. Lo único que podemos decir ante esa situación es que es deplorable. Mientras que haya solidaridad entre regímenes dictatoriales y países supuestamente democráticos, estos últimos están haciendo un flaco favor al avance de los derechos humanos en el continente”.
-Su país es una potencia petrolera y solo tiene un millón de habitantes, ¿cómo puede explicar que la mayor parte de la población viva con menos de un euro al día?
“Es algo que se produce por la gestión que practica el régimen de aquí, una política de corrupción, de enriquecimiento de los que están en el poder y de inversiones suntuosas sin rentabilidad alguna y sin ninguna repercusión en la población y en lo que pudiera contribuir a mejorar la calidad de vida de los ciudadanos. No hay partidas económicas para sanidad o educación porque sencillamente el régimen es consciente de que manteniendo a la gran mayoría de la comunidad en la pobreza, en la miseria, nos controla más eficazmente a todos desde el punto de vista político, pues crea una fuerte dependencia con el poder de tal forma que, si la gente no estuviera en esa tesitura, pensaría por sí misma y saldríamos de la actual represión”.
-¿Conocen ustedes el miedo que tienen nuestros empresarios con negocios en su país a hablar en los medios de comunicación?
“Sí, esas son las paradojas de Guinea Ecuatorial. Hay gente que viene de países democráticos, como los españoles, los franceses o los americanos, que hacen incluso propaganda al régimen. Hablan de un estado pacífico o de un gobierno que trabaja para el pueblo, pero lo cierto es que el propio comportamiento de las autoridades delata la falsedad de la situación, porque esos empresarios no pueden ni siquiera hablar libremente de la verdad con los guineanos, y ya no digamos con la oposición, que es la que mejor les puede informar de la realidad. Incluso cuando están en sus propios países no pueden hablar confiadamente porque saben que pondrían en riesgo los intereses que tienen aquí. Pienso que es éste precisamente uno de los aspectos de los que se ha beneficiado el gobierno, que consigue, con la explotación del petróleo y sus derivaciones económicas, imponer la complicidad no solo de las grandes multinacionales, sino también de los medianos y pequeños empresarios europeos y occidentales con el fin de eternizarse en el poder”.
-¿De dónde saca usted las fuerzas para presentarse a unas elecciones en su país a todas luces amañadas, legislatura tras legislatura?
“Yo creo que es cuestión de convicciones. Pienso que la lucha política contra las dictaduras siempre ha sido así. Se inicia y se mantiene muchas veces por un grupo de personas que en principio parece muy reducido y a los que la fuerza les viene del amor propio y la resistencia a convertirse en esclavos del miedo o de las ansias de enriquecimiento personal. Luego, viendo lo que ha pasado en otras partes del mundo, y aunque eres consciente de los peligros que corres, la andadura de todos estos años nos ha dado fuerza y, como consecuencia, el apoyo de esa gran parte de la población por la que luchamos. Ese se nuestro compromiso y nos fijamos en esos otros países que se han enfrentado a regímenes autoritarios que al final han caído. Creemos en eso firmemente y por eso seguimos adelante”.
-¿Ve usted posibilidad de cambio político a medio plazo en Guinea Ecuatorial?
“Yo no sé si a medio, a largo o incluso a corto plazo, pero la situación en Guinea Ecuatorial es desde mi punto de vista insostenible. Hablo con muchos miembros del partido de Obiang, como diputado que soy o como ciudadano de a pie, y bastantes reconocen que son ciertas las denuncias contra él y su régimen pero también que no pueden decir ni la centésima parte de lo que piensan porque al día siguiente caen en desgracia, ellos mismos y toda su familia. Por consiguiente, prefieren callarse. Entonces, estamos hablando de una situación aparentemente estable pero que puede derrumbarse de un momento a otro. Es como lo que está ocurriendo en los países del norte de África, la llamada primavera árabe. ¿Quién podía imaginarse que regímenes como el de Gadafi, Mubarak o Ben Alí podían venirse abajo por la presión de movimientos populares, incluso en sistemas donde no existían partidos políticos ni sindicatos, como en la propia Libia, o donde estaban reprimidos, como en Túnez. De la noche a la mañana se han derrumbado. Pensar que aquí el cambio es imposible creo que es ser muy pesimista. Es presuntuoso fijar plazos, pero hay que concentrarse en la lucha y estar preparados para que algún día este país pueda conocer una situación diferente, democrática, donde los ciudadanos puedan decidir cómo vivir y elegir a quienes quieren que les gobiernen”